Asociacion Alabarda
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Durante*el pasado fin de semana, 19 y 20 de febrero, la Asociación Alabarda tuvo el privilegio y el placer de dar un curso sobre la elaboración de terrenos impartido por el maestro y amigo Pepe Gallardo.
Es incuestionable que todo curso relacionado con nuestra afición tiene una parte práctica que sólo puede apreciarse in situ, contemplando en persona la forma de trabajar del profesor y los resultados obtenidos. Por eso, este artículo no pretende sustituir ese elemento práctico con la mera enumeración de cartas de colores o la simple mención de técnicas que solo pueden aprenderse en directo, sino que quiere simplemente transmitiros una serie de reflexiones, conceptos y consejos prácticos generales aprendidos durante los dos intensos y fructíferos días que duró el curso.
No voy tampoco a comenzar revelando un gran secreto si os digo que los modelistas representamos pequeños fragmentos de una historia atrapados en una imagen.
Pues bien, si nos paramos a pensar un poco en todas esas imágenes, percibiremos que el terreno en muchos casos es, y en todos ellos debería ser, una parte muy importante de ese momento congelado de historia que queremos representar.
De hecho, el terreno tiene casi tanta importancia como la figura o figuras que estemos utilizando.
Desde la perspectiva visual, el terreno nos proporciona un contexto, un marco de referencia en el que la figura se sitúa y se va a desenvolver.
Desde la perspectiva narrativa, el terreno contribuye a la historia que estamos contando. La localización física del personaje no sólo nos dice dónde se encuentra, sino que puede responder también, siquiera parcialmente, otras preguntas más trascendentales, como lo que está haciendo o lo que está sintiendo o pensando.
Además, hay que tener presente que, desde una perspectiva estrictamente modelística, el terreno supone nuestro toque o aportación personal. Exceptuando a aquellos pocos privilegiados que pueden crear sus propias figuras originales, lo normal es que trabajemos figuras comerciales, en las que el escultor ya ha plasmado su propio mensaje con la pose, la expresión, la complexión física de la figura, su vestimenta y equipamiento.
Aunque ciertamente*en algunos*casos la pintura*permite complementar, modular o incluso variar ese mensaje inicial del escultor, es evidente, para qué vamos a engañarnos, que*la capacidad de transformar mediante la pintura sólo está al alcance de unos pocos.
Al modelista de a pie, el modelista de infantería, si preferís, el terreno le va a proporcionar la mejor oportunidad para introducir en la escena elementos e ideas personales, únicos, exclusivamente suyos, distintos a los de cualquier otro.
Por todo lo anterior, es preciso considerar y dar al terreno de nuestras figuras la importancia que se merece, dedicarle algo de tiempo y esmero, y no limitarnos a colocar la figura encima de una capa de masilla con un poco de arena.
Josechu Sanmartín
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Es incuestionable que todo curso relacionado con nuestra afición tiene una parte práctica que sólo puede apreciarse in situ, contemplando en persona la forma de trabajar del profesor y los resultados obtenidos. Por eso, este artículo no pretende sustituir ese elemento práctico con la mera enumeración de cartas de colores o la simple mención de técnicas que solo pueden aprenderse en directo, sino que quiere simplemente transmitiros una serie de reflexiones, conceptos y consejos prácticos generales aprendidos durante los dos intensos y fructíferos días que duró el curso.
No voy tampoco a comenzar revelando un gran secreto si os digo que los modelistas representamos pequeños fragmentos de una historia atrapados en una imagen.
Pues bien, si nos paramos a pensar un poco en todas esas imágenes, percibiremos que el terreno en muchos casos es, y en todos ellos debería ser, una parte muy importante de ese momento congelado de historia que queremos representar.
De hecho, el terreno tiene casi tanta importancia como la figura o figuras que estemos utilizando.
Desde la perspectiva visual, el terreno nos proporciona un contexto, un marco de referencia en el que la figura se sitúa y se va a desenvolver.
Desde la perspectiva narrativa, el terreno contribuye a la historia que estamos contando. La localización física del personaje no sólo nos dice dónde se encuentra, sino que puede responder también, siquiera parcialmente, otras preguntas más trascendentales, como lo que está haciendo o lo que está sintiendo o pensando.
Además, hay que tener presente que, desde una perspectiva estrictamente modelística, el terreno supone nuestro toque o aportación personal. Exceptuando a aquellos pocos privilegiados que pueden crear sus propias figuras originales, lo normal es que trabajemos figuras comerciales, en las que el escultor ya ha plasmado su propio mensaje con la pose, la expresión, la complexión física de la figura, su vestimenta y equipamiento.
Aunque ciertamente*en algunos*casos la pintura*permite complementar, modular o incluso variar ese mensaje inicial del escultor, es evidente, para qué vamos a engañarnos, que*la capacidad de transformar mediante la pintura sólo está al alcance de unos pocos.
Al modelista de a pie, el modelista de infantería, si preferís, el terreno le va a proporcionar la mejor oportunidad para introducir en la escena elementos e ideas personales, únicos, exclusivamente suyos, distintos a los de cualquier otro.
Por todo lo anterior, es preciso considerar y dar al terreno de nuestras figuras la importancia que se merece, dedicarle algo de tiempo y esmero, y no limitarnos a colocar la figura encima de una capa de masilla con un poco de arena.
Josechu Sanmartín
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