Asociacion Alabarda
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De carácter pendenciero, un poco calavera, audaz, aficionado al juego, intrépido y valiente, el jacobino Fournier representa una de las carreras más gloriosas y variables del soldado francés, sin pelos en la lengua llegó a ser encumbrado y denostado en igual medida. Se burlaba de las normas y de la disciplina, se convirtió en un duelista muy temido y, sabiendo que Napoleón desaprobaba estas prácticas, él encontraba aún más placer en realizarlas.
Nace el 6 de septiembre de 1773, en Sarlat, es hijo de los propietarios del mesón ”Le Tapis Vert”. A los 18 años, en París, se enrola en el regimiento de la «Guardia Constitucional del Rey», en 1792 asciende a subteniente del 9º de Dragones, perteneciente al Ejército de los Alpes, bajo mando del general D’Anselme. Al año siguiente asciende a teniente, participa en la ocupación de Niza, y en el sitio de Lyon a las órdenes del general Kellerma. Vuelve a ascender, y cuando es capitán, protagoniza uno de sus primeros espectáculos.
“Las tropas están acantonadas en Estrasburgo, muchos militares jóvenes andan ociosos. Se juega, se bebe y se corteja a las damas. Un asunto de faldas le lleva a un enfrentamiento con otro joven. El joven, que se apellida Blumm, no se amedrenta, la discusión va a mayores, el orgullo está en juego y, cómo no, la mezcla de juventud, alcohol, mujeres y armas, hace que Fournier, para salvaguardar su honor, le rete a duelo.
A la hora acordada, los contendientes dispuestos, los padrinos alerta, las reglas del duelo han de respetarse. Comienza el enfrentamiento, los hombres se baten, la hombría y el orgullo están en disputa, todo acaba rápida y violentamente, la muerte del joven Blumm es un hecho.
La lid tiene una gran repercusión, toda la ciudad habla de ello. En esos días, el general Moreu organiza un baile para agasajar a autoridades y personalidades de la ciudad. No quiere que nada empañe el festejo y ordena a su ayudante, el capitán Dupont, que impida el acceso a Fournier. Es persona non grata, los lugareños tienen el ánimo soliviantado y el general no quiere jaleos.
Fournier no se achanta, con ganas de fiesta, petulante y altanero se presenta e intenta pasar. Dupont le corta el paso y le dice:
- ¡De orden del General, que te vayas a dormir! ¡Que no alteres más el orden público, pues aquí hay amigos del fallecido!
- ¡Estás buscando que nos enfrentemos entonces tu y yo! – contesta Fournier desafiando a su compañero.
- ¡Pues si!, ¡Hace tiempo que tus fanfarronadas me dan ganas de corregirte! – Replica DuPont
La cara de Fournier refleja su arrogancia. Alegre y socarrón responde:
- ¡Veremos quién de los dos corrige al otro, elige arma Dupont!
Éste, sabiendo que Fournier gusta de la pistola, sintiéndose en ventaja, escoge la espada.
El duelo acaba rápida y violentamente, en esta ocasión Fournier no tiene suerte y sale malherido.
Dupont considera zanjado el tema, ha tenido suficiente, todo ha acabado.
Nada más lejos de la realidad, Fournier, a pesar de estar herido y conservar su honor sin mácula, no da su brazo a torcer, es testarudo, emplaza a Dupont a un nuevo enfrentamiento.
Un mes más tarde reta de nuevo a Dupont. Se celebra un nuevo duelo, de nuevo acaba violentamente. Los dos litigantes han quedado heridos sobre el campo.
Podría haber sido un buen punto final, pero no, siguieron repitiendo los duelos y ante el temor de no poder seguir realizándolos, llegaron a establecer un tratado en el que determinaron los artículos siguientes:
1.- Siempre que los Sres. Dupont y Fournier se encuentren a menos de treinta leguas de distancia uno del otro, andarán cada uno la mitad del camino para encontrarse y retarse espada en mano.
2.- Si uno de los dos contratantes se encuentra impedido de hacerlo por el servicio, el que esté libre deberá recorrer la distancia completa, con el fin de reconciliar los deberes del servicio y las exigencias del presente Tratado.
3.- No se admitirá ninguna excusa, que la resultante de las obligaciones militares.
4.- Dado que este Tratado se hizo de buena fe, no podrán derogarse las condiciones adoptadas con consentimiento de las partes.
Los enfrentamientos parecían no tener fin y se alargaron durante años. Estos dos oficiales libraron más de 30 duelos durante un periodo de 19 años. Lucharon a caballo, a pie, con espadas, pistolas y sables. Fournier, nunca conforme con el resultado, exigia revancha y buscaba a Dupont para seguir luchando. En el último encuentro Dupont supera a Fournier en un duelo a pistola, teniendo su vida entre las manos lo perdona pero le obliga a prometer que nunca más le molestará.
Ridley Scott, en su ópera prima, Los duelistas, recoge los enfrentamientos entre Fournier y Dupont. El guión de esta gran película, premio en Cannes 1977, es una adaptación de la novela de Joseph Conrad, The Duel. En la novela Fournier y Dupont son Feraud y D´Hubert, que se transforman en Harvey Keitel y Keith Carradine en la película.
Los duelistas es una gran película, bien ambientada, con una gran fotografía y un sólido guión. Si no la habeis visto os la recomiendo pues es excelente.
Desde finales de 1794, Fournier es separado del mando por sus ideas jacobinas. Permanece en su pueblo en completa inactividad. El 18 de agosto de 1797, el general Augereau, le designa provisionalmente su Ayudante de campo. En 1798, es nombrado jefe de brigada del 11º regimiento de Húsares, posteriormente se le designa coronel del 8º regimiento de Húsares, en otoño se le asigna al 16º regimiento de Cazadores a caballo. De nuevo se le imputan actos de conducta irregular, es reprendido y degradado temporalmente. En septiembre del 98 se le restablece en el mando, ahora es jefe de Escuadrón del 16º regimiento de Cazadores a caballo, posteriormente asume el cargo de coronel del 12º regimiento de Húsares. Participa en la segunda campaña de Italia, destaca por su valentía y bravura, el mariscal Berthier lo recomienda a Napoleón, este lo cita para una audiencia y Fournier protagoniza otro de sus golpes de genio.
“Chivasso, 28 de mayo, Fournier tiene audiencia con Napoleón. Se ha destacado en campaña, Bonaparte quiere conocerle, es un gran admirador de los soldados valientes y arrojados. Cualquier persona honrada con una entrevista con el Gran Corso habría entrado sumiso y obediente, quizá algo tímido. Fournier no, su carácter no se lo permitía, un jacobino como él se conduce altivo y orgulloso. La conversación se dirige por caminos que no son de su agrado, a duras penas se contiene sin acabar retando a duelo a Napoleón. “
A pesar de sus diferencias con Bonaparte, es un soldado. Con el 21 de cazadores destacará en Marengo, parece que él y sus hombres están en todos los frentes y adoptan las decisiones importantes del día. En 1802 viaja a París, va a disfrutar de un merecido descanso con sus grandes amigos, Augereau, Bernadotte, Davout, Delmas, Junot, Lannes, Lefebvre y Masséna. Pasados los tres meses no ve momento de regresar con su regimiento. Es entonces cuando protagoniza otro desencuentro con Bonaparte.
Fournier y sus amigos asisten al desfile del 25 de abril en París. Napoleón le reclama y le pregunta:
- ¿Cuáles son las razones por las que aún no se ha incorporado a su puesto?
Fournier considera la pregunta una impertinencia, apenas le respondie y dándole la espalda vuelve con sus amigos. Realmente Fournier está asistiendo a reuniones reservadas para manifestar el descontento por la política de Napoleón. Bocazas y fanfarrón no se le ocurre otra insensatez que la de manifestar públicamente, en una de esas reuniones que él, Fournier, acabaría con el “pequeño corso”.
No todos los oídos que escuchan son afines a los mismos pensamientos, estas amenazas llegan hasta Fouché y, en unos días se detiene a los miembros del grupo. Fournier, a principios de mayo, es detenido por tres policías en la Ópera y queda confinado en su pueblo natal.
De nuevo hay guerra, en abril de 1805 reclaman a Fournier, todos los hombres son necesarios y él ha demostrado, en multitud de ocasiones y en diversos escenarios, ser un soldado excelente. LaSalle pide su rehabilitación y le reclama, bajo su mando. Participa en varios enfrentamientos, destacando su actuación en Eylau y Guttstadt el 8 de febrero y el 14 de junio de 1807, ya es general de brigada y en julio de 1808 se le otorga el título de Barón del Imperio. Es destinado a España, destaca en la batalla de Elviña, la ocupación de La Coruña y, especialmente, en la defensa de Lugo, donde es sitiado por una fuerza muy superior, 10 a 1, pero se niega a rendirse. En fuentes de Oñoro, 1812, participa brillantemente, su bravo comportamiento y su arrojo le llevan a destrozar, con dos escuadras de coraceros, tres cuadros de infantería británicos y a tomar casi dos millares de prisioneros, incluyendo dos generales. En España se ganaría el alias de “El demonio”, debido a las sangrientas represalias que ejerció sobre los españoles
Posteriormente, todavía en 1812, se traslada a Rusia donde vuelve a distinguirse en la batalla de Smolensko. En noviembre es ascendido al grado de general de división, y su actuación en el paso de Berezina salva a muchos soldados franceses. Al año siguiente, 1813 de nuevo se cubre de gloria la batalla de Gross Beeren y en la de Leipzig.
Un nuevo enfrentamiento con Napoleón hace que este revoque su nombramiento como Barón del Imperio y se le retire de la carrera militar.
Con el exilio del Emperador a la isla de Elba y la restauración monárquica, Luis XVIII le rehabilita con todos sus cargos y títulos. A la vuelta efímera de Napoleón, el gobierno de los Cien Días, Fournier no quiere saber nada de Bonaparte y se mantiene al margen de los acontecimientos. Luis XVIII, en 1819, le concede el título de Conde, y permite que añada a su apellido el patronímico de L’énfant de Sarlat, es nombrado Inspector general de la Caballería, y participa en la redacción del nuevo Código militar. Fallece en París el 18 de enero de 1827.
Alejandro Labourdette
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Nace el 6 de septiembre de 1773, en Sarlat, es hijo de los propietarios del mesón ”Le Tapis Vert”. A los 18 años, en París, se enrola en el regimiento de la «Guardia Constitucional del Rey», en 1792 asciende a subteniente del 9º de Dragones, perteneciente al Ejército de los Alpes, bajo mando del general D’Anselme. Al año siguiente asciende a teniente, participa en la ocupación de Niza, y en el sitio de Lyon a las órdenes del general Kellerma. Vuelve a ascender, y cuando es capitán, protagoniza uno de sus primeros espectáculos.
“Las tropas están acantonadas en Estrasburgo, muchos militares jóvenes andan ociosos. Se juega, se bebe y se corteja a las damas. Un asunto de faldas le lleva a un enfrentamiento con otro joven. El joven, que se apellida Blumm, no se amedrenta, la discusión va a mayores, el orgullo está en juego y, cómo no, la mezcla de juventud, alcohol, mujeres y armas, hace que Fournier, para salvaguardar su honor, le rete a duelo.
A la hora acordada, los contendientes dispuestos, los padrinos alerta, las reglas del duelo han de respetarse. Comienza el enfrentamiento, los hombres se baten, la hombría y el orgullo están en disputa, todo acaba rápida y violentamente, la muerte del joven Blumm es un hecho.
La lid tiene una gran repercusión, toda la ciudad habla de ello. En esos días, el general Moreu organiza un baile para agasajar a autoridades y personalidades de la ciudad. No quiere que nada empañe el festejo y ordena a su ayudante, el capitán Dupont, que impida el acceso a Fournier. Es persona non grata, los lugareños tienen el ánimo soliviantado y el general no quiere jaleos.
Fournier no se achanta, con ganas de fiesta, petulante y altanero se presenta e intenta pasar. Dupont le corta el paso y le dice:
- ¡De orden del General, que te vayas a dormir! ¡Que no alteres más el orden público, pues aquí hay amigos del fallecido!
- ¡Estás buscando que nos enfrentemos entonces tu y yo! – contesta Fournier desafiando a su compañero.
- ¡Pues si!, ¡Hace tiempo que tus fanfarronadas me dan ganas de corregirte! – Replica DuPont
La cara de Fournier refleja su arrogancia. Alegre y socarrón responde:
- ¡Veremos quién de los dos corrige al otro, elige arma Dupont!
Éste, sabiendo que Fournier gusta de la pistola, sintiéndose en ventaja, escoge la espada.
El duelo acaba rápida y violentamente, en esta ocasión Fournier no tiene suerte y sale malherido.
Dupont considera zanjado el tema, ha tenido suficiente, todo ha acabado.
Nada más lejos de la realidad, Fournier, a pesar de estar herido y conservar su honor sin mácula, no da su brazo a torcer, es testarudo, emplaza a Dupont a un nuevo enfrentamiento.
Un mes más tarde reta de nuevo a Dupont. Se celebra un nuevo duelo, de nuevo acaba violentamente. Los dos litigantes han quedado heridos sobre el campo.
Podría haber sido un buen punto final, pero no, siguieron repitiendo los duelos y ante el temor de no poder seguir realizándolos, llegaron a establecer un tratado en el que determinaron los artículos siguientes:
1.- Siempre que los Sres. Dupont y Fournier se encuentren a menos de treinta leguas de distancia uno del otro, andarán cada uno la mitad del camino para encontrarse y retarse espada en mano.
2.- Si uno de los dos contratantes se encuentra impedido de hacerlo por el servicio, el que esté libre deberá recorrer la distancia completa, con el fin de reconciliar los deberes del servicio y las exigencias del presente Tratado.
3.- No se admitirá ninguna excusa, que la resultante de las obligaciones militares.
4.- Dado que este Tratado se hizo de buena fe, no podrán derogarse las condiciones adoptadas con consentimiento de las partes.
Los enfrentamientos parecían no tener fin y se alargaron durante años. Estos dos oficiales libraron más de 30 duelos durante un periodo de 19 años. Lucharon a caballo, a pie, con espadas, pistolas y sables. Fournier, nunca conforme con el resultado, exigia revancha y buscaba a Dupont para seguir luchando. En el último encuentro Dupont supera a Fournier en un duelo a pistola, teniendo su vida entre las manos lo perdona pero le obliga a prometer que nunca más le molestará.
Ridley Scott, en su ópera prima, Los duelistas, recoge los enfrentamientos entre Fournier y Dupont. El guión de esta gran película, premio en Cannes 1977, es una adaptación de la novela de Joseph Conrad, The Duel. En la novela Fournier y Dupont son Feraud y D´Hubert, que se transforman en Harvey Keitel y Keith Carradine en la película.
Los duelistas es una gran película, bien ambientada, con una gran fotografía y un sólido guión. Si no la habeis visto os la recomiendo pues es excelente.
Desde finales de 1794, Fournier es separado del mando por sus ideas jacobinas. Permanece en su pueblo en completa inactividad. El 18 de agosto de 1797, el general Augereau, le designa provisionalmente su Ayudante de campo. En 1798, es nombrado jefe de brigada del 11º regimiento de Húsares, posteriormente se le designa coronel del 8º regimiento de Húsares, en otoño se le asigna al 16º regimiento de Cazadores a caballo. De nuevo se le imputan actos de conducta irregular, es reprendido y degradado temporalmente. En septiembre del 98 se le restablece en el mando, ahora es jefe de Escuadrón del 16º regimiento de Cazadores a caballo, posteriormente asume el cargo de coronel del 12º regimiento de Húsares. Participa en la segunda campaña de Italia, destaca por su valentía y bravura, el mariscal Berthier lo recomienda a Napoleón, este lo cita para una audiencia y Fournier protagoniza otro de sus golpes de genio.
“Chivasso, 28 de mayo, Fournier tiene audiencia con Napoleón. Se ha destacado en campaña, Bonaparte quiere conocerle, es un gran admirador de los soldados valientes y arrojados. Cualquier persona honrada con una entrevista con el Gran Corso habría entrado sumiso y obediente, quizá algo tímido. Fournier no, su carácter no se lo permitía, un jacobino como él se conduce altivo y orgulloso. La conversación se dirige por caminos que no son de su agrado, a duras penas se contiene sin acabar retando a duelo a Napoleón. “
A pesar de sus diferencias con Bonaparte, es un soldado. Con el 21 de cazadores destacará en Marengo, parece que él y sus hombres están en todos los frentes y adoptan las decisiones importantes del día. En 1802 viaja a París, va a disfrutar de un merecido descanso con sus grandes amigos, Augereau, Bernadotte, Davout, Delmas, Junot, Lannes, Lefebvre y Masséna. Pasados los tres meses no ve momento de regresar con su regimiento. Es entonces cuando protagoniza otro desencuentro con Bonaparte.
Fournier y sus amigos asisten al desfile del 25 de abril en París. Napoleón le reclama y le pregunta:
- ¿Cuáles son las razones por las que aún no se ha incorporado a su puesto?
Fournier considera la pregunta una impertinencia, apenas le respondie y dándole la espalda vuelve con sus amigos. Realmente Fournier está asistiendo a reuniones reservadas para manifestar el descontento por la política de Napoleón. Bocazas y fanfarrón no se le ocurre otra insensatez que la de manifestar públicamente, en una de esas reuniones que él, Fournier, acabaría con el “pequeño corso”.
No todos los oídos que escuchan son afines a los mismos pensamientos, estas amenazas llegan hasta Fouché y, en unos días se detiene a los miembros del grupo. Fournier, a principios de mayo, es detenido por tres policías en la Ópera y queda confinado en su pueblo natal.
De nuevo hay guerra, en abril de 1805 reclaman a Fournier, todos los hombres son necesarios y él ha demostrado, en multitud de ocasiones y en diversos escenarios, ser un soldado excelente. LaSalle pide su rehabilitación y le reclama, bajo su mando. Participa en varios enfrentamientos, destacando su actuación en Eylau y Guttstadt el 8 de febrero y el 14 de junio de 1807, ya es general de brigada y en julio de 1808 se le otorga el título de Barón del Imperio. Es destinado a España, destaca en la batalla de Elviña, la ocupación de La Coruña y, especialmente, en la defensa de Lugo, donde es sitiado por una fuerza muy superior, 10 a 1, pero se niega a rendirse. En fuentes de Oñoro, 1812, participa brillantemente, su bravo comportamiento y su arrojo le llevan a destrozar, con dos escuadras de coraceros, tres cuadros de infantería británicos y a tomar casi dos millares de prisioneros, incluyendo dos generales. En España se ganaría el alias de “El demonio”, debido a las sangrientas represalias que ejerció sobre los españoles
Posteriormente, todavía en 1812, se traslada a Rusia donde vuelve a distinguirse en la batalla de Smolensko. En noviembre es ascendido al grado de general de división, y su actuación en el paso de Berezina salva a muchos soldados franceses. Al año siguiente, 1813 de nuevo se cubre de gloria la batalla de Gross Beeren y en la de Leipzig.
Un nuevo enfrentamiento con Napoleón hace que este revoque su nombramiento como Barón del Imperio y se le retire de la carrera militar.
Con el exilio del Emperador a la isla de Elba y la restauración monárquica, Luis XVIII le rehabilita con todos sus cargos y títulos. A la vuelta efímera de Napoleón, el gobierno de los Cien Días, Fournier no quiere saber nada de Bonaparte y se mantiene al margen de los acontecimientos. Luis XVIII, en 1819, le concede el título de Conde, y permite que añada a su apellido el patronímico de L’énfant de Sarlat, es nombrado Inspector general de la Caballería, y participa en la redacción del nuevo Código militar. Fallece en París el 18 de enero de 1827.
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