Asociacion Alabarda
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Al igual que ocurre en otras disciplinas artísticas, en el modelismo también se han representado personajes históricos destacados, ya sea por el atractivo que despierta el propio personaje o por la mera intención de completar una serie de figuras para el coleccionismo. Muchas marcas comerciales han creado auténticas y fidedignas obras de los personajes más singulares.
En esta ocasión presentamos una representación en 120 mm. de Jerónimo Merino Cob, una figura conocida principalmente por ser uno de los guerrilleros españoles más destacados durante la guerra de la Independencia. Conviene no confundirlo con Martín Merino, el otro «cura Merino», que pasará a la historia por el atentado que perpetró contra la reina Isabel II.
Investigando en la vida del personaje para averiguar qué motivó al humilde párroco de Villoviado (Burgos) a cambiar el hábito eclesiástico por una zamarra y un sombrero de copa; el crucifijo y el misal por un trabuco, una pistola y un sable, y la tranquila rutina en la parroquia por la inhóspita vida en la meseta castellana, nos remontamos al año 1808. Así, como consecuencia de los desmanes que los soldados napoleónicos practicaban con los españoles y de la profanación de lugares sagrados, decidió echarse al monte con una cuadrilla de mozos del pueblo.
En su hoja de servicios tiene anotadas innumerables acciones relevantes atacando destacamentos enemigos, apresando correos con sus valijas y convoyes de munición, efectuando ataques a los franceses que guarnecían Lerma o Covarrubias, o demostrando, además, su capacidad organizativa al fundar el Regimiento de Húsares de Burgos y el Regimiento de Infantería Arlanza.
En 1810, ascendido a teniente coronel, amplió considerablemente su partida, llegando a sumar cuatrocientos caballos y quinientos infantes. El 16 de abril de 1812 consiguió una de sus victorias más importantes en Hontoria de Valdearados (Aranda de Duero, Burgos).
Culminó esta etapa de su vida en 1813 logrando alcanzar el cargo de gobernador militar de la plaza de Burgos con grado de general para, una vez acabada la guerra, renunciar a sus honores militares y volver a sus labores como cura de pueblo. Poco le duró esta paz, ya que durante el Trienio Constitucional tomó de nuevo las armas en defensa del rey. Al frente de su partida se enfrentó a Juan Martín «el Empecinado» y prestó socorro a las tropas del duque de Angulema desplazándose por Burgos, Valladolid, Segovia, Ávila y Extremadura. Terminada la guerra fue nombrado mariscal de campo en Segovia y, tras diversas incidencias, volvió de nuevo al retiro de su pueblo natal.
En 1833 se sumó al levantamiento para defender los derechos al trono de Carlos María Isidro de Borbón y fue designado capitán general de Castilla la Vieja, quedando al mando de una fuerza de catorce batallones, con más de once mil hombres. Después del Convenio de Vergara y la derrota carlista, el cura Merino marchó al destierro y murió el 12 de noviembre de 1844 en Alençon (Francia), donde estuvo enterrado hasta que sus restos fueron exhumados y trasladados a Lerma (Burgos) el 22 de junio de 1962.
Es, sin duda alguna, uno de los personajes más conocidos de la guerra de la Independencia. Un líder guerrillero de carácter recio y austero, humilde en sus costumbres, firme en sus convicciones y finalmente denostado por sus enemigos, que lo presentan injustamente como un cura «de misa y olla».
Regresando de nuevo a la miniatura del personaje, se presenta una particular interpretación donde se plasman de algún modo estas características. Se han tomado como referencia las escasas ilustraciones que de él existen y las descripciones sobre su personalidad y vestuario recogidas en la más rigurosa biografía publicada recientemente sobre este «vendaval de Castilla», escrita por José Antonio Gallego García y publicada por el Foro para el Estudio de la Historia Militar (FEHME).
Texto y obra: Miguel Ángel Pérez Rubio
La entrada Jerónimo Merino Cob. “El cura Merino” se publicó primero en Alabarda WEB.
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En esta ocasión presentamos una representación en 120 mm. de Jerónimo Merino Cob, una figura conocida principalmente por ser uno de los guerrilleros españoles más destacados durante la guerra de la Independencia. Conviene no confundirlo con Martín Merino, el otro «cura Merino», que pasará a la historia por el atentado que perpetró contra la reina Isabel II.
Investigando en la vida del personaje para averiguar qué motivó al humilde párroco de Villoviado (Burgos) a cambiar el hábito eclesiástico por una zamarra y un sombrero de copa; el crucifijo y el misal por un trabuco, una pistola y un sable, y la tranquila rutina en la parroquia por la inhóspita vida en la meseta castellana, nos remontamos al año 1808. Así, como consecuencia de los desmanes que los soldados napoleónicos practicaban con los españoles y de la profanación de lugares sagrados, decidió echarse al monte con una cuadrilla de mozos del pueblo.
En su hoja de servicios tiene anotadas innumerables acciones relevantes atacando destacamentos enemigos, apresando correos con sus valijas y convoyes de munición, efectuando ataques a los franceses que guarnecían Lerma o Covarrubias, o demostrando, además, su capacidad organizativa al fundar el Regimiento de Húsares de Burgos y el Regimiento de Infantería Arlanza.
En 1810, ascendido a teniente coronel, amplió considerablemente su partida, llegando a sumar cuatrocientos caballos y quinientos infantes. El 16 de abril de 1812 consiguió una de sus victorias más importantes en Hontoria de Valdearados (Aranda de Duero, Burgos).
Culminó esta etapa de su vida en 1813 logrando alcanzar el cargo de gobernador militar de la plaza de Burgos con grado de general para, una vez acabada la guerra, renunciar a sus honores militares y volver a sus labores como cura de pueblo. Poco le duró esta paz, ya que durante el Trienio Constitucional tomó de nuevo las armas en defensa del rey. Al frente de su partida se enfrentó a Juan Martín «el Empecinado» y prestó socorro a las tropas del duque de Angulema desplazándose por Burgos, Valladolid, Segovia, Ávila y Extremadura. Terminada la guerra fue nombrado mariscal de campo en Segovia y, tras diversas incidencias, volvió de nuevo al retiro de su pueblo natal.
En 1833 se sumó al levantamiento para defender los derechos al trono de Carlos María Isidro de Borbón y fue designado capitán general de Castilla la Vieja, quedando al mando de una fuerza de catorce batallones, con más de once mil hombres. Después del Convenio de Vergara y la derrota carlista, el cura Merino marchó al destierro y murió el 12 de noviembre de 1844 en Alençon (Francia), donde estuvo enterrado hasta que sus restos fueron exhumados y trasladados a Lerma (Burgos) el 22 de junio de 1962.
Es, sin duda alguna, uno de los personajes más conocidos de la guerra de la Independencia. Un líder guerrillero de carácter recio y austero, humilde en sus costumbres, firme en sus convicciones y finalmente denostado por sus enemigos, que lo presentan injustamente como un cura «de misa y olla».
Regresando de nuevo a la miniatura del personaje, se presenta una particular interpretación donde se plasman de algún modo estas características. Se han tomado como referencia las escasas ilustraciones que de él existen y las descripciones sobre su personalidad y vestuario recogidas en la más rigurosa biografía publicada recientemente sobre este «vendaval de Castilla», escrita por José Antonio Gallego García y publicada por el Foro para el Estudio de la Historia Militar (FEHME).
Texto y obra: Miguel Ángel Pérez Rubio
La entrada Jerónimo Merino Cob. “El cura Merino” se publicó primero en Alabarda WEB.
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