Asociacion Alabarda
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Corría el año del Señor de 880 cuando los vikingos comenzaban su expansión por las costas de Europa y la Gran Bretaña, de todas son conocidas las incursiones de este bravo pueblo por la costa oriental de Inglaterra saqueando y secuestrando a los habitantes de las Islas para llevarlos a las frías tierras escandinavas, esa es la historia que todos conocemos, pero rebuscando en el archivo general de Navarra he localizado información sobre la primera incursión conocida en la Península Ibérica por parte de los vikingos, y esta es su historia…
A mediados del 880 con el comienzo del solsticio de verano y el buen tiempo un joven y avezado vikingo de nombre Txemaër Ojersön y toda su prole comenzó una travesía por la costa del mar del norte que le llevó hasta el cantábrico y de allí a la bahía de Txingudi, lo que le sirvió para remontar el Río Bidasoa, los Ojersön habían entrado en la península a través de Navarra…
La familia Ojersön continuó remontando el río hasta llegar a establecerse en las tierras medias navarras donde a pesar de las reticencias iniciales de los navarricos y tras comprobar estos que los Ojersön eran gente noble y trabajadora decidieron aceptarlos como ciudadanos de pleno derecho.
Durante generaciones los Ojersön se dedicaron al cultivo de las tierras, trajeron la esparraguera de Odín y el pimiento de Thor escandinavos, de baja calidad ambos, que se adaptaron perfectamente a las nuevas tierras y que con el paso del tiempo pasaron a denominarse espárragos de Tudela y pimientos de Lodosa.
Durante una de las épocas de recolección del espárrago, los Ojersön se encontraron con una manada de toros bravos que comenzaron a correr detrás de ellos; los Ojersön, espárragos en mano, decidieron huir y la gente del pueblo al ver que todos ellos corrían y que tras ellos los fieros toros no paraban, decidieron seguirlos; al final consiguieron refugiarse todos y los toros continuaron pastando, habían nacido los encierros de San Fermín (aunque ellos aún no lo sabían).
Después de tanta carrera y ajetreo, por la noche todo el pueblo se fue reuniendo en torno a un fuego organizado y al que cada habitante llevó algo de su propia cosecha para comer y compartir con el resto. En apenas una generación, esas reuniones se convirtieron en tradición y cada grupo organizaba su propio fuego y comanda y había que ser socio para tener acceso, los sabios del pueblo entre los que se encontraba un hijo del primer Ojersön, decidieron llamarlo “sociedades gastronomicas”.
Ya en plena Edad Media la abundante descendencia de nuestro vikingo más famoso había perdido la declinación final de su apellido pasando a ser Ojer, apellido hoy reconocido y respetado en toda Navarra. Fue en esta época y debido a la sangre intrépida que corría por las venas de los Ojer, que comenzaron a formar parte de los consejos de gobierno de los ancianos en los pueblos cercanos, así comenzó el desarrollo de Navarra y fruto de esta pertenencia al gobierno local, otro de los miembros de la familia consiguió del Rey que respetase las leyes locales y el sistema de gobierno navarro, a condición de reconocer al Rey: Los Fueros de Navarra daban sus primeros pasos.
Y durante generaciones, los Ojer continuaron creciendo y multiplicándose, extendiendo sus tentáculos por toda la geografía española, pero siempre llegado el solsticio de verano acudían a sus orígenes navarros, se juntaban todos los descendientes junto a una hoguera y recordaban las historias familiares del gran vikingo que tuvo la osadía de remontar el Bidasoa con el fin de encontrar unas tierras en las que vivir en paz.
Yo conozco a uno de esos descendientes y a su pequeña prole, pero esa, esa es otra historia…
Para mi colega alabardero Txema Ojer.
Gracias Amigo !!!
David Hernanz
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A mediados del 880 con el comienzo del solsticio de verano y el buen tiempo un joven y avezado vikingo de nombre Txemaër Ojersön y toda su prole comenzó una travesía por la costa del mar del norte que le llevó hasta el cantábrico y de allí a la bahía de Txingudi, lo que le sirvió para remontar el Río Bidasoa, los Ojersön habían entrado en la península a través de Navarra…
La familia Ojersön continuó remontando el río hasta llegar a establecerse en las tierras medias navarras donde a pesar de las reticencias iniciales de los navarricos y tras comprobar estos que los Ojersön eran gente noble y trabajadora decidieron aceptarlos como ciudadanos de pleno derecho.
Durante generaciones los Ojersön se dedicaron al cultivo de las tierras, trajeron la esparraguera de Odín y el pimiento de Thor escandinavos, de baja calidad ambos, que se adaptaron perfectamente a las nuevas tierras y que con el paso del tiempo pasaron a denominarse espárragos de Tudela y pimientos de Lodosa.
Durante una de las épocas de recolección del espárrago, los Ojersön se encontraron con una manada de toros bravos que comenzaron a correr detrás de ellos; los Ojersön, espárragos en mano, decidieron huir y la gente del pueblo al ver que todos ellos corrían y que tras ellos los fieros toros no paraban, decidieron seguirlos; al final consiguieron refugiarse todos y los toros continuaron pastando, habían nacido los encierros de San Fermín (aunque ellos aún no lo sabían).
Después de tanta carrera y ajetreo, por la noche todo el pueblo se fue reuniendo en torno a un fuego organizado y al que cada habitante llevó algo de su propia cosecha para comer y compartir con el resto. En apenas una generación, esas reuniones se convirtieron en tradición y cada grupo organizaba su propio fuego y comanda y había que ser socio para tener acceso, los sabios del pueblo entre los que se encontraba un hijo del primer Ojersön, decidieron llamarlo “sociedades gastronomicas”.
Ya en plena Edad Media la abundante descendencia de nuestro vikingo más famoso había perdido la declinación final de su apellido pasando a ser Ojer, apellido hoy reconocido y respetado en toda Navarra. Fue en esta época y debido a la sangre intrépida que corría por las venas de los Ojer, que comenzaron a formar parte de los consejos de gobierno de los ancianos en los pueblos cercanos, así comenzó el desarrollo de Navarra y fruto de esta pertenencia al gobierno local, otro de los miembros de la familia consiguió del Rey que respetase las leyes locales y el sistema de gobierno navarro, a condición de reconocer al Rey: Los Fueros de Navarra daban sus primeros pasos.
Y durante generaciones, los Ojer continuaron creciendo y multiplicándose, extendiendo sus tentáculos por toda la geografía española, pero siempre llegado el solsticio de verano acudían a sus orígenes navarros, se juntaban todos los descendientes junto a una hoguera y recordaban las historias familiares del gran vikingo que tuvo la osadía de remontar el Bidasoa con el fin de encontrar unas tierras en las que vivir en paz.
Yo conozco a uno de esos descendientes y a su pequeña prole, pero esa, esa es otra historia…
Para mi colega alabardero Txema Ojer.
Gracias Amigo !!!
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